Descripción
Con una leve sonrisa el fiscal miró al abogado defensor y dijo: “No tiene ningún argumento para demostrar la inocencia de su defendido, absolutamente ninguno”. El abogado defensor extrajo lentamente un papel del bolsillo de su toga, miró al jurado y mostrando un test ADN dijo solemnemente: “Aquí está la prueba”. En la sala se escuchó un “ohhh” de admiración.